Capítulo 10. La historia de Ana la Bombillita - El último pase.
Relato que demuestra que el vicio del juego puede llevar a una madre de familia a entregar a su propia hija a los insanos placeres de la carne.
Cuando Ana se recuperó estaba en su casa. No sabía cómo había llegado hasta allí ni el tiempo que había pasado dormida, Isabel estaba a su lado, pensando. El hombre del puro le había dado un teléfono, estaba interesado en que su niña protagonizase varias películas en el extranjero. Sabía que debería haberlo tirado, pero con lo que había ganado en una sola sesión no era suficiente. Afortunadamente para ambas, el Bombilla estaba en una reunión del claustro y no se enteró de nada. Lo que no sabían es que la supuesta reunión se llevaba a cabo en la parte trasera de una furgoneta aparcada en algún lugar.
- ¿Te dieron el dinero, mami? Lo hice lo mejor que pude.
- ¡Sí, mi vida! Ahora descansa.
El amanecer sorprendió de nuevo a Isabel con el ordenador encendido. La noche había comenzado muy bien y llegó a ganar hasta cincuenta mil euros. Ahora no le quedaba nada, como siempre. A partir de aquel momento los sucesos se precipitaron en casa de Isabel y el Bombilla. Un tremendo escándalo estuvo a punto de saltar en el instituto.
El director de estudios había pillado al Bombilla en su despacho con los pantalones bajados y su pene metido en el culito regordete de Ana la morenita gordita que solía mirar al acabar la clase. Para evitar el revuelo, el Bombilla aceptó irse a trabajar a un país extranjero. Su destino fue un instituto español en Tailandia. Cuando su mujer le dijo que no pesaba acompañarle, se sintió aliviado. Ese es no es un buen país para viajar con esposa e hija.
Después de firmar el divorcio, tomó un avión con destino al lejano oriente, sin intención ninguna de volver, pero algunos dicen que lo han visto en algún video acompañado de sus nuevas alumnas orientales.
Isabel lo perdió todo, casa, coche, marido…todo. Con su último euro contactó con el hombre del puro. Después de que Ana hubiese protagonizado unas cuantas películas de repente había cerrado el grifo del dinero sin razón aparente.
Ella estaba desesperada hasta que recibió la llamada del Doctor Andrés Méndez, Concertaron una cita y por los oídos de Isabel entró una proposición que cualquier mente cabal rechazaría de inmediato. Pero no era el caso de Isabel ya convertida en esclava de la ludopatía.
Después de terminar el trato Isabel, sentada frente al ordenador jugó al póker durante dos días seguidos. Las apuestas en aquella mesa virtual eran tremendas. Cuando su saldo alcanzó el cero apagó el aparato. A su derecha, un revolver con una bala. Era lo único que tenía. Cuando apretó el gatillo su postrero pensamiento fue que se lo merecía ¿Qué clase madre vende a su niña para seguir jugando?
Continuará